Ésta es la triste historia de Dogville, un pueblo de las Montañas Rocosas donde la carretera muere al lado de una vieja mina de plata abandonada. Los habitantes de Dogville son gente honrada y aman a su pueblo.
La casa de Tom había conocido épocas mejores pero seguía siendo la más bonita del pueblo. El padre de Tom, un antiguo médico, cobra una modesta pensión. Tom es escritor.
Cada tarde a las siete, Martha toca la campana. Tom va a casa de los Benson para infligir a Bill, su amigo de siempre, una enésima derrota humillante a las damas. Algunos dicen, y no se equivocan, que Liz, la hermana mayor de Bill, le atrae más que el tablero.
Esa noche, mientras vuelve a casa siguiendo la Calle del Olmo (un alma sensible de la Costa Este había dado ese nombre a la calle mayor a pesar de que ningún olmo se había visto nunca en Dogville), Tom oye unos disparos procedentes del valle. Se sienta en el banco para reflexionar, pero pronto le interrumpen los ladridos de Moisés. El perro parece querer avisarle de que algo grave pasa.
Se llama Grace. No ha escogido Dogville en un mapa, ni tampoco para hacer turismo, pero Tom se da cuenta inmediatamente de que es el pueblo ideal para ella. Al ver un coche lleno de hombres armados detrás de la bella fugitiva, Tom la esconde y les dice que no ha visto nada.